Esos mejores amigos. (o las fotografías perdidas)
Si algo puedo agradecer en la vida y a la vida, sin duda son los amigos que he tenido. Que si bien no han sido muchos, o quizá si; han estado ahí siempre. Bueno, la verdad es que cuando uno habla sobre los amigos siempre hay de todo tipo, están los que nos hacen reír, con los que podemos llorar, los que han estado desde siempre, los que han estado desde ayer, están los que casi no ves pero es como si estuvieran siempre contigo, y están los que ves a diario como si fuera uno más de tu familia, están los de la distancia que no impide ese lazo, están los eventuales que nos ayudan a pasar los ratos. Y también están los que no conocemos en persona pero que igual son importantes, porque sabemos que nos escuchan (o en su caso nos leen).
Muchos amigos son los que puedo mencionar que me han hecho ser una mejor persona y que han crecido junto conmigo, que han dejado algo de ellos en mi así como yo en ellos, también están los que han estado una temporada, pero que también me hacen recordar buenos momentos, están los de un día, están los de una noche, están los de una borrachera, están los del trabajo, los de la escuela, los de la vieja escuela; pero no tiene caso poner nombres, ellos saben quienes son. Pero si tuviera que nombrar a mis mejores amigos, a esos que han dejado esa huella indeleble que ya está ahí desde siempre y para siempre, sólo tendría que utilizar cuatro dedos de una mano.
Dos todavía están, y aunque en la distancia siempre de una forma u otra se de ellos como ellos de mí, uno es un hombre y la otra es una mujer, y a ellos no los mencionaré en esta ocasión, aunque ya han aparecido algunas veces en este blog (quizá sin ustedes saberlo, o ellos mismos saberlo; una es de la familia, y el otro, bueno que les digo, el otro simplemente es insustituible); y los otros dos son de esos amigos que llegan, le dan felicidad a tu vida, y por azares del destino nunca vuelves a ver; pues en esta ocasión me gustaría hablarles de ellos (teniendo la esperanza que por este medio al ver su nombre aquí sepan lo importante que fueron en mi vida –como seguramente yo lo fui también en la de ellos- y así pueda ponerme en contacto una vez más con ellos).
El primero quizá sea el primer amigo del cual tenga yo conciencia que tuve, cuando tenía la edad de cinco años y acababa de llegar de Los Angeles CA. a México con mi joven madre y mi hermano prácticamente siendo un bebé (cuando todavía lo quería J), frente a nuestra casa había una tiendita donde vendían dulces y ahí vivía Adán, sinceramente no recuerdo muchas cosas de esa época de mi vida (muchos lapsos de mis primeros seis años de vida son un misterio para mi, aunque también hay muchos recuerdos muy lúcidos de esa época, y muchos son con aquel amigo que tuve) pero recuerdo el nombre de su mamá, se llamaba Lupita (o quizá era Juanita). Tampoco recuerdo muy bien como fue que nos hicimos amigos, pero recuerdo que éramos inseparables, recuerdo que iba mucho con él a visitar a su abuelita, y que todo el tiempo estábamos jugando e inventando historias con nuestros muñecos de acción como nuestras “Tortugas Ninjas”, o su muñeco de “Mazinger Z” y mi muñeco del “Power Ranger” Rojo y mi luchador réplica de Octagón. (Actividad que también hacía con la que considero mi mejor amiga, que si bien es algo más que sólo mi amiga, ella sabe el cariño tan especial que tengo por ella).
La verdad es que tampoco tengo noción de cuando dejé de verlo, recuerdo que mientras estaba en el Kinder lo miraba todos los días ya que volvía a casa, y de un día para otro ya no estaba, recuerdo que mi madre me decía en aquellos años que se había ido a vivir con su abuelita porque su papá ya no vivía con él y su mamá, la tienda se cerró y la casa estuvo sola durante mucho tiempo, sino hasta como un par de años después llegó gente a vivir a ella, supimos al tiempo de empezar a socializar con los nuevos vecinos que no sabían nada de ellos y así el tiempo y la vida fue borrando a mi amigo de la mente (mas no de la memoria) y fueron llegando más amigos, también igual de buenos y con los que viví más cosas y más tiempo, pero Adán por alguna razón se quedó en un lado bien especial, quizá si hoy día nos volviéramos a ver no nos caeríamos bien, quizá no nos hablaríamos y nuestros gustos no serían compatibles, pero en un tiempo fueron los mejores amigos y quizá nos conocemos mejor que a nadie y que nadie, al fin de cuentas nos conocimos prácticamente en nuestros primeros años de vida, conocimos nuestra esencia.
Mi otro mejor amigo ya lo conocí más grande y sin duda ya se ha colado a una de mis historias (quizá ustedes ya habrán leído sobre él). Cuando entré a mi primer trabajo jamás pensé que en un trabajo, que a pesar de la mala paga, me gustaría tanto, y además de todo, podría llegar a conocer a gente tan grandiosa, y lo más rescatable, algunos tan importantes en mi vida, una de esas personas sin duda alguna fue Antonio.
(Ya les he hablado de lo importante que fue esta tapa en mi vida en la entrada “Cancionesque me gusta escuchar en los días de lluvia” en la que atribuyo y nombro a muchos de los amigos que conocí en este lugar y los recuerdo por la canción “Hollywood” de la banda de Rock regiomontana Niña)
A Antonio lo conozco en un invierno muy especial hace aproximadamente 8 años, un invierno en el que conocí a personas y personajes que me marcaron la vida en muchas formas (de los cuales hoy día muy pocos están, y no sigo sólo porque haya perdido contacto con todos, sino porque uno de ellos quizá se encuentre en mejor lugar), fue rara desde un inicio nuestra amistad, para empezar Antonio era del tipo serio, muy, muy serio (al igual que su servidor) y había entrado a trabajar sólo para no enfadarse en sus vacaciones, ya que como él lo argumentaba, no necesitaba dinero. Un tipo flaco, moreno, nariz larga y curva; bueno en pocas palabras me estoy describiendo a mí en aquella época, sólo que más blanco. En aquel invierno en la cocina éramos cuatro cocineros y dos chicas atendiendo, todos nos llevábamos bien, pero conforme iban pasando las semanas nos empezábamos a dar cuenta Antonio y yo que teníamos gustos muy similares, nos gustaba la misma música, él era un año menor que yo, cuando supo que sabía tocar la guitarra me pidió que le enseñara (de hecho por mi fue que compró su primera guitarra, sin saber hoy día si sí llegó a aprender a tocarla) ambos formamos una relación muy linda con las dos compañeras de trabajo. Tiempo después de que las vacaciones de invierno se vieron concluidas y una de las chicas se salió de trabajar la patrona le preguntó que si no podía seguir trabajando medio turno, ya no como cocinero sino atendiendo, después de analizarlo por una semana, Antonio regresó y seguimos cultivando esa gran amistad.
Recuerdo una plática que tuvimos una vez en la que después de hablar sobre las amigas de nuestras primas y nuestras novias en turno (que por cierto aun recuerdo que la novia de él era una chica bien linda, mientras el buen Antonio estaba enamorado de la chica que primero trabajaba en los cosméticos y que después trabajó en la comida china) Antonio me preguntó quien era y como se llamaba mi mejor amigo, al cabo de pensar un buen rato le dije que sinceramente no sabría decirle sólo uno, pues en aquel entonces había muchos muy buenos amigos, (muchos de los cuales hoy día ya no lo son) además de los que ya habían pasado en mi vida como los de la secundaría que quizá ya no veía tanto pero que seguían siendo igual de especiales; entonces él me dijo que le dijera a los que consideraba como mis mejores amigos, estuvieran o no; y después les pusiera un número. En aquella ocasión creo que después de meditarlo un considerable rato sólo arrojé cinco nombres (los cuales no revelaré), y después de haberle dicho los nombres de mis cinco mejores amigos yo le pregunté que cual era su mejor amigo, y su respuesta fue algo así:
“Pues si te tuviera que dar el nombre de mi mejor amigo en este momento, te diría que eres tú; porque es con quien estoy ahorita”
La verdad es que en aquel entonces no medité mucho su respuesta, digamos que sólo lo normal claro porque después de que me dijo eso no evité el sentirme un poco mal por yo no haberlo incluido a él, le dije que él estaba en sexto lugar de mi lista. Pero recuerdo que ese mismo día, luego de un rato y ya que estaba en mi casa, taché un poco de frívola y convenienciera la respuesta de Antonio, porque me dije: “Cómo es que puede condicionar una amistad a la presencia del otro. O sea que sólo puedes ser amigo de los que están.” Pero quizá hoy día si lo analizo bien, lo que él quizá trató de decirme fue que uno puede tener amigos, muchos, pero no a todos puedes considerarlos como tus mejores amigos, además del hecho de que quizá si siempre disfrutáramos a las personas que tenemos a nuestro alrededor, y no sólo viviéramos pensando en aquellos viejos amigos que si bien nos dieron días de gloria, hoy ya no están.
Quizá lo único que les puedo decir es que a partir de aquel día Antonio se volvió más especial para mi como uno de los mejores amigos que he tenido, muchos sueños y planes se quedaron truncados, planes que teníamos con Pier, Luis (q.e.p.d.), y Vicki los cuales teníamos planeados después de su graduación y a la cual juramos asistiríamos, además de seguir en contacto, pero algunos meses pasaron y yo emprendí un viaje que en aquellos poco más de cuatro meses que nos conocimos, no tenía idea que haría, pero por algo pasan las cosas, y muchos de ustedes quizá digan, como es posible que no hayamos seguido en comunicación en la época de la tecnología con celulares y correo electrónico, pues les diré que su teléfono si lo tenía pero el celular que tenía en aquella época lo perdí y era muy joven como para creer que necesitaba tener un respaldo, al fin de cuentas tenía a todos mis amigos cerca además de poder comerme al mundo como todos los jóvenes.
Ahora, a esta entrada también le puse "las fotografías perdidas" por una razón que ahora les narro.
Hace unos meses que regresé a mi vieja casa, a mi vieja ciudad, con mi gente de siempre, mi idea era recolectar todas esas fotos de mi infancia e ir compartiendo algunas de mis viejos amigos acá en el blog, (un par en especial, las que tenían que ir publicadas en este post, una donde estaba yo con Adán y otro amigo mio de la infancia que también es como un hermano, y la otra era una mia que me tomó Antonio -tenía que subir esa porque por desgracia no tenía ninguna de Antonio- pero me di cuenta que no era necesario, al final caí en cuenta que las fotos solo sirven para una cosa, algo que ya vivimos y que nos hizo ser lo que somos, esas fotos ya las tengo con las vivencias que viví con ellos, con todas esas personas que he compartido fiestas, desvelos, tardes de "quemados" lluvias en las canchas de basket en el Guadiana. Creo que están mejor guardadas en mi casa.
Quizá en el siguiente post me tome el tiempo de escribirles de una amiga muy especial que conocí en este lugar tan mágico en el que trabajé en aquel invierno, una a la que le debo mucho de lo que soy y pretendo ser ahora. En realidad son dos, Una es más especial y es la protagonista de mucho de lo que hoy habita en mi portafolio, además de que quizá ustedes ya la conozcan por medio de lo que ya he escrito acá en el blog, la otra me enseñó mucho y también ha sido muy especial para mi, otra de esas personas a las que sólo topas durante un tiempo por la vida de ellas, para hacerte mejor persona, y nunca más vuelves a saber nada de ellas, y que se vuelven más especiales con el tiempo y la distancia, por el simple hecho de saber que hubiera sido de aquella amistad si hubieran seguido siendo amigos durante más tiempo, pues de esta amiga es de la que precisamente les quiero hablar, pero esto será en otra ocasión.
Y me despido con una pregunta que Claudia me hizo poco antes de despedirnos (porque de ella si me pude despedir, la forma en que yo lo hice, otra de las cosas que más me arrepiento en la vida, pero era joven y estúpido, quizá ella comprendió).
“Si nos cruzáramos por la calle dentro de diez o veinte años, tú con tu moicano más largo y tu guitarra en el hombro, y yo con mi portafolio saliendo de un juzgado ¿tú crees que si nos reconoceríamos al volvernos a ver?”
Muchos pudieran tacharme de que idealizo mucho sobre lo que son las personas por lo que me hicieron sentir en vez de lo que son en realidad. Quizá tengan razón, pero; ¿Acaso eso no es la vida?....
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