Tus sandalias favoritas.


El desasosiego del siglo XXI con sus facturas y sus acreedores pesaba sobre mis hombros y mi alma vieja. Sentía, una vez mas, como otras veces pero ahora con mas intensidad, que yo no pertenecía a esta ciudad, llena de edificios, llena de carros. La gente, aunque sumergida en sus "teléfonos inteligentes" no me molestaba, pero simplemente el día de hoy me sentía cansado de todo.

Llegué a casa con una sola idea en mi cabeza, meterme a la regadera, tomar una cerveza del refrigerador, sentarme en mi sillón favorito color café nogalina de... bueno, me la paso hablando todo el día de números, que no quiero escribir sobre ellos también. Quería quedarme dormido con el televisor encendido. Me metí a mi habitación, abrí el closet para sacar mi toalla, y un ligero, casi imperceptible pero poderoso aroma hizo que mi pesar y todos los dolores y problemas se fueran. Ese olor era tu perfume.

Me vino a hacer un desastre dentro de mi desastrosa vida, no sé de dónde venía, me puse a buscar en todo el closet para ver si encontraba alguna prenda que se te hubiera olvidado, pero no hallé nada, hacía memoria de tus días aquí mientras revisaba y olía todas mis chamarras que te había prestado los días que salíamos de noche a beber algo o simplemente a caminar sin rumbo por los sitios turísticos de la ciudad, mis sitios favoritos en ella, para ver si de alguna venía el aroma, pero de ninguna de ellas venía ese olor, en ninguna de ellas estabas tú. Tal vez era el closet que se había maridado con tu fragancia y la de tus vestidos tan hermosos mientras estaban dentro de él.

Ya con mi pensamiento en algo tan importante como tú, me di a la tarea de buscar toda la noche por toda la casa las cosas que pudieras haber olvidado cuando te marchaste, al fin de cuentas, mañana no iría a trabajar, y en la tv pasaban cada sábado las mismas historias: "chico conoce a chica, se enamoran, él la caga y cuando se da cuenta que ella es el amor de su vida va a recuperarla."

En mi librero encontré uno de tus libros, lo abrí y también tenia tu aroma a jazmín y vainilla, tenia un separador, en él estaba escrita la palabra "te quiero", supuse que este olvido había sido intencional, como una mina, una trampa mortal y personal, el libro había sido el último regalo que te había hecho, supongo que pensaste que si lo olvidabas yo al darme cuenta lo tomaría y saldría corriendo para ir a buscarte, y en eso no caería.

Bebía la cerveza que había prometido tomarme antes de llegar a la casa, seguí buscando por horas en toda la casa y no encontré mas que tu shampoo en el baño con el que me duché, cuando me iba a acostar en la cama al terminar mi cerveza miré debajo de la cama, por si algo se te hubiera olvidado ahí, o alguna cosa se te hubiera caído sin tu darte cuenta, jamás limpiaba ese lugar, solo lo había hecho una vez en los dos años que tenia viviendo en ese apartamento, y me sorprendió al no ver mas que un par de calcetines sucios míos y tus sandalias favoritas, y este olvido no creo que haya sido a propósito, seguramente al hacer tus maletas a la carrera se te olvidó revisar bajo la cama y meterlas, o quizá por lo enfadada que estabas de que ya no te cabía nada en ellas ya no quisiste buscar mas cosas, sabiendo que yo las guardaría como un tesoro, una fuente de inspiración. Aunque ahora que lo pienso bien, quizá tu descuido al olvidarlas en realidad no fue tan no-accidental, quizá por eso habías limpiado bajo la cama, para que yo al fijarme no notara mas que ese lindo par de sandalias, no puedo dejar de imaginarte en la cabeza por tu hermosa ciudad con tus amigas paseando y tú con tus pies desnudos descalzos porque no puedes andar sin tus sandalias favoritas.

Con este pensamiento me quedé dormido por primera vez del lado de la cama donde dormías, como si te estuviera abrazando como a ti te gustaba, sintiendo tu palpitar, sintiendo en el recuerdo el fascinante olor de tu pelo tan hermoso como encantador.

Mañana no iría a trabajar, y probablemente ni siquiera estaría en esta ruidosa como violenta ciudad.

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