Días de autosabotaje, o fotogramas para colgar en la sala de su casa. (Fragmento)





"El arte siempre se recrea a destiempo, esa es la maldita realidad."

Caminaban, y no decían nada. Y estaba bien, cuando no se tiene nada que decir, no se dice y ya. Cuando el silencio se da entre dos personas que están conectadas, las palabras estorban, es inútil llenar la belleza del silencio con trivialidad.
Caminaban, y de vez en vez se volteaban a ver, a veces sus miradas coincidían, otras veces uno miraba al otro sin que este se diera cuenta. Era de noche, llovía, o mejor dicho lloviznaba, y no les afectaba la ligereza de esta.
En determinado momento ella lo miraba y se percató de que algo le pasaba en su labio inferior, el de él; él la miró y vio que se sonreía de una forma muy peculiar, entonces él le pregunta:
-¿Qué pasa?
-Nada. -ella se reincorpora, lo mira con esa clase de mirada que uno no se puede dar el lujo de olvidar, muy pocas cosas valen la pena de mirar y vivir en la vida como tener una mirada como la de ella posada sobre ti.
-Ok.
-Es que algo le pasa a tu labio.
-Lo sé.
Él se detiene, saca su cajetilla de cigarros, se lleva uno a la boca y lo enciende. Le ofrece uno a ella y sin dudarlo lo toma, él trata de encendérselo pero ella le toma el encendedor. Él prosigue.
-Sabes, quizá no me lo vayas a creer pero, desde que nos dejamos de ver, mi labio inferior no deja de temblar.
Ella lo mira y se vuelve a hacer la misma pregunta que se viene repitiendo durante años: "¿será prudente?". Se queda pensando un momento, el humo del cigarrillo en serio le llega a lo más hondo de sus pulmones, y quien sabe, quizá hasta el fondo de su corazón. Él la saca de su pensamiento.
-¿Crees que debí besarte aquella noche, cuando estábamos con tus amigos y toda esa gente alrededor de nosotros?
-No sé si debiste, pero me hubiera gustado que lo hubieras hecho.


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