Dicen que cocinar es uno de los actos de amor más grandes que puede haber....

 


pero más que eso, o más allá de eso; para mí el acto de cocinar es un sinónimo, una síntesis, la tesis misma del acto de amar.

Quien cocina ama, o ama más, o ama mejor, o es el acto de tratar de amar más y mejor. Muchas veces no se trata de si lo haces bien o mal, sino el intento que hace la persona por darse a los demás, de hacerlo, y si uno cree que no es bueno o lo hace mal, o si su intento de "cocinar-amar" a los demás no gusta o satisface a todos, siempre se puede practicar, como en el amor, en el prueba y error, practicando consigo mismo, cocinar para si, aprender a satisfacerse, como en el amor propio, aprender a consentirse, como aprendimos a masturbarnos; quien mejor que uno mismo para cocinar-se a través del auto conocimiento, si uno se cocina bien y rico para uno mismo con la intención de darse un apapacho al corazón, se podrá cocinar y amar bien a los demás, o como uno considera que se debe amar de acuerdo a nuestra propia virtud.

Para mí es primordial partir de ésta máxima: uno siempre debe cocinar sólo y únicamente la comida que a uno le gusta y puede comer. Pues si se cocina comida que a uno no le gusta, no va a tener amor, no se va a saber si le sobra o le falta algo, no sólo hablando en términos culinarios. Es imposible saber si esta bien hecha la comida que haces si no te gusta, por muy letrado que seas o por más que hayas seguido al pie de la letra la receta. Si el amor que das no se basa en amor propio, en ese amor que das a tu interior, ese apapacho a las entrañas tan necesario; no sirve, al menos desde mi perspectiva. Pero cuando se tiene la ventaja de que a uno le gusta toda la comida, que sabe amar sin discriminación, sin prejuicio, desde el alma; al menos se puede tener la certeza de que quien cocina, así quizá no sea el mejor "cocinando-amando", habrá sensatez, calidez, sinceridad y congruencia en ese platillo de amor que regala y comparte con su comensal. 

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