Breve comentario sobre “Escombros”, de un fanático de División Minúscula de toda la vida.


Portada del álbum hecha por la artista
plástica Denisse Noriega.


Quizá utilizar el término “fanático de toda la vida” sea un poco exagerado, porque ni División tiene toda su vida haciendo música, ni yo soy de la generación de ellos, y tampoco tengo escuchándolos desde sus inicios. Si mi memoria y las fechas de mi vieja laptop (qué ahora funge como disco duro de mis fotografías de antes del 2015) no mienten, tengo escuchando a División desde principios del 2006, los descubrí justo antes de que lanzaran su segundo álbum, el gran “Defecto Perfecto”, y lo descubrí como solía descubrir música por aquellos años: escuchando “Los 40 principales” (qué recuerdos de aquel año y de la grabadora de mi señora madre. Año en que también descubrí al gran Chetes [de hecho, algo escribí hace ya algún tiempo sobre estos dos álbumes y se los comparto por acá]) y fue justo después de escuchar “Sismo” que empecé a investigar sobre la banda. Pronto encontré en “Ares” las canciones de “Extrañando casa” (aún mi álbum favorito en la vida y que me ayudaría tres años más tarde precisamente para no extrañar casa) y algunos de sus demos (“Vamos a jugar”, “Tan cansado de este amor” [que no es la misma de “Cansado de pedir perdón”] y la maqueta de “Simple” que aún hoy día me parece suena mejor que la versión que quedo en el estudio); y a partir de entonces ha sido básicamente una conexión de toda la vida con su música (es la única Banda/músico de quien tengo todos sus álbumes en físico), el soundtrack de todos los momentos más trascendentales de mi vida, tanto los felices como los dolorosos.


Ahora, hablando estrictamente sobre “Escombros”, habiendo dejado pasar un tiempo considerable para escucharlo bien, a conciencia y con desapego emocional (si es que eso se puede hacer cuando se escribe de cosas que a uno lo identifican); y también dejando de lado crítica fácil y sentimentalismos; hay que decir que es un disco que es División.


¿A qué me refiero con esto? La pregunta es fácil, pero a la vez compleja de responder. División me parece a formado a los largo de los años un sonido que lo identifica por sobre otras bandas, es un sonido característico que se empezó a labrar desde el “Defecto…” (“Extrañando…” está hecho en un 90% en clave de happy-punk) y que se consolidó hasta “División”; que es precisamente el álbum en el que se refleja más la música de “Escombros”, o para ser más precisos, en dos detalles, en el tempo y los riff’s de las guitarras en cuanto a canciones como “Casa de cristal” y “Cosas que nunca entenderé” con el dinamismo del buen Richie y la integración a la banda de Eduardo Vela, así como los sintetizadores del gran Bucho. En cuanto a los remates de Kiko en la batería, y el protagonismo del buenazo de Luque en el bajo; recuerdan más al trabajo realizado en el disco “Sirenas”. Quizá desde mi perspectiva las únicas dos canciones del álbum que saltan a la regla y que se aventuran más a la experimentación, o sino a una experimentación como tal, pero que llevan más impregnado un atrevimiento de tratar de hacer algo nuevo e integrar el Aura de otros trabajos que no son los mencionados, son “La última llamada” y “Astro”, y creo que es la razón por la cual ambas son mis favoritas del álbum, sin menospreciar por supuesto al resto de canciones, pues por si no ha quedado claro con todo lo escrito anteriormente, todas las canciones del álbum son excelentes. 


El hecho de que el álbum sólo cuente con 8 canciones, de las cuales tres tracks fueron lanzados a las luz antes del álbum, puede hacer creer a mucha gente, dichos “fan’s” entre ellos; que el disco o es un trabajo precipitado sólo para no perder vigencia, o que es una continuación de “Secretos”, ese fantástico EP del 2016, pero me parece ninguna teoría tiene fundamentos objetivos, por dos cuestiones poderosas que ahora mencionó y que tiene que ver con las canciones: la primera, las letras no tienen me parece ninguna línea con “Secretos” que indiquen estas lecturas; y la segunda es que Javier Blake aún no sacaba su proyecto solista, y este es un detalle que si tiene pertinencia y querencia en División Minúscula como banda, pues si bien las letras siguen teniendo una gran calidad compositiva, algo que Javier no pierde; si creo que la carga metafórica y retórica más pulida está en las letras de su trabajo como solista, lo cual es más que claro y que yo lo veo a bien, pues al final de cuentas también es la consecuencia evolutiva de su carrera. 


División sigue siendo esa banda que musicaliza mis días, con un sonido hecho y maduro acorde al rockandroll que ellos admiran y los alimentó desde su formación como banda, y con letras de un Javier ya maduro que lleva esa madurez y la experiencia de la vida a su arte, arte en el que innegablemente nos vamos a reflejar, porque nosotros también hemos madurado, y vivido con ese soundtracks nuestro crecimiento y nuestra vida.


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