Desconocidos que pasan y se llevan lo que amas.




A quien corresponda:

Querida persona, si bien no sé quién eres, si eres ella o él, sé que te conozco; y sé que fuiste una persona querida y cercana, y digo fuiste porque luego de los hecho suscitados hace unas semanas, me abriste los ojos a muchas cosas que sabía, y confirman una de las decisiones que tomé al iniciar este año y que siento ha sido una de las más trascendentales de mi vida, como el adulto que ahora sé que soy, en toda la extensión de la palabra. 


Hace unas semanas me despojaste de algo muy preciado para mí, por supuesto no me refiero al bien material del que me despojaste, sino de lo que había en él. Pienso que si supieras, o yo hubiera dicho lo que me robaste, quizá te habrías arrepentido y lo habrías devuelto al lugar de donde lo sustrajiste, pero lo pienso más a conciencia y me doy cuenta que eso jamás habría pasado. A los famas, a los que sólo piensan en cosas materiales, en dinero, en hacer daño sin importar que a quien lo hacen sea familia; jamás los va a conmover lo que nos conmueve a los cronopios


Entre las tantas cosas que perdí al despojarme de algo que ya ni siquiera era mío, unas rescatables, otras no; me robaste algo que es insustituible para mí, pues me despojaste del regalo de cumpleaños más especial que alguien me ha hecho en mi vida adulta, el regalo más especial que he recibido en los últimos 17 años, un regalo que me hicieron hace tres años, un regalo que no manifiesta otra cosa más que un milagro, saber que los milagros sí existen, y que tienen voz de mujer. Un regalo equiparable a visitar Disneyland en mi tercer cumpleaños, el Power Ranger rojo que mi mamá me regaló a los 6, la fiesta que me hizo al cumplir 8, con hamburguesas, nieve napolitano y estar rodeado de amigos y primos viendo “Stand by me”, película que me llevó a rentar a uno de los videocentros que había en la ciudad en los 90’s. 


Debo decirte, extrañx desconocidx que pasas, que lo ocurrido aquel día que opacó toda la felicidad de aquel día, me ha hecho refrendar y confirmar algo que yo me dije al iniciar este año: no quiero a nadie en mi vida que no sean las personas que en verdad aportan algo en ella y quiero de verdad. Por supuesto jamás hablaría en términos adquisitivos, para mí siempre será mejor hablar del y desde el corazón, que hablar de cosas superfluas. Prefiero el núcleo familiar central, que el trato con el resto de personas que no saben la definición real de familia y llevarlo a la práctica. Cada día pongo más barreras y me retiro más de las personas con las que no quiero estar, digo, al final de cuentas la vida y mi madre me dieron educación para contestar un saludo, contestar algunas palabras; pero ya no puedo ser hipócrita al convivir y escuchar a personas oportunistas e interesadas a las que sólo les interesa el dinero y clavar las estacas que sean necesarias e incendiar las naves y cerrar las puertas con tal de su propio bien, de una vida vacía, holgada y sin esfuerzos; que pretenden llevar. Se les olvida que el dinero, las cosas materiales y el éxito mediático, es un segundo, una breve fracción de tiempo; en el último suspiro lo único que importa es quien estará a tu lado para tomarte la mano, yo he de decir que no me importaría quedarme solo al final sabiendo que en esta vida hice, amé y di todo con el corazón, por lo que este me dictaba, sin pensar jamás en aprovecharme del otro, siempre siendo honesto y real. Eso me da paz y certezas, no obtendré el más grande éxito, ni tendré una estabilidad económica envidiable, pero al menos moriré sin remordimientos, y cuando el momento llegue, sé que no estaré solo, y espero sean las personas que amo y quiero que estén. Las demás, al igual que tú, extrañx conocidx; me importa un carajo lo que sea de su vida y donde vayan a estar el día que yo muera. 


Ya no quiero en mi vida a gente egoísta que sólo piensa en sí misma, que sólo le interesa el beneficio personal sin importar a quien se llevan entre las patas, gente que no le importa la sociedad. Ya no estoy para irme de farra cada fin de semana, para comprarme tenis de 4000 pesos con tal de llenar un vacío y disfrazarlo de amor propio o de meritocracia, o  presumir mi cambio de celular con el costo que podría dar de comer a una familia entera durante varios meses. Mi dinero se va en apoyar a los amigos, en comprar cosas materiales que alimentan mi alma y abren aún más mis ojos: libros, música, películas, quizá de repente peco y sucumbo ante alguna botella de licor o playeras que reflejen precisamente un poco de lo que alimenta la persona que soy, además de las responsabilidades cívicas que toda persona debe tener con la casa en la que uno vive, además, al final de cuentas uno debe comprender que todas las cosas materiales que hoy tenemos, poco o nada importarán el día que ya no estemos. Hoy día, con los años que tengo, me doy cuenta que ahora estoy para pláticas con gente que quiero mucho y ciento más cerca que muchos que viven a mi lado, estoy para compartir el café y los proyectos con mis amigos, para llegar a casa y acostarme un rato en la cama de mi madre y compartir con ella la plática y los insultos al equipo azul del Exatlon, saber que mis hermanos están bien, que mi ahijada está creciendo sana y feliz, y cada día crece más, y si crece más, es indicativo de que la vida se nos va y no n merece ser desperdiciada en y con personas que no valen la pena, y en cambio es un recordatorio más para compartir todo lo que nos sea posible con quienes amamos, y disfrutando cada respiro, cada paso, cada cosa pesada en el laburo, pero sobre todo aprovechar nuestro tiempo al máximo en lo que amamos, en aquello que hacemos sólo por el placer de hacerlo y no porque alguien nos vea o nos paguen por ello. 


Como siempre es mi caso, un discurso de reproche, terminó siendo un manifiesto de las cosas que me importan. Perdonó todo y no hay rencor, entiendo que tú necesitabas más el dinero que pudiste obtener de eso que te llevaste, sólo quiero que sepas que gracias a ti (y eso es algo que aunque no creas, te agradezco), me alejo de las personas con las que no quiero estar, aunque tenga que seguir conviviendo con ellas en el corto plazo, y hoy más que nunca soy feliz por los años cumplidos, y por haber sido testigo de un milagro por lo menos una vez en mi ecuánime, mesurada y liviana vida.



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